domingo, 2 de mayo de 2010

CON LAS TIC SE AFIRMA QUE TODOS ESTAMOS MÁS INFORMADOS


Vivimos en la sociedad del exceso de la información. Nos resulta difícil seleccionar, discernir lo necesario de lo superfluo, lo importante de lo accesorio. Nos falta tiempo y criterios. Mientras el ciudadano usuario se mueve entre la basura informativa del exceso y las sobras, los productores y propietarios de los medios y sus estructuras manejan información selectiva. Ellos conocen e identifican a los consumidores en sus gustos y consumos. Un servidor de Internet o el uso de la tarjeta electrónica permite conocer las necesidades y preferencias. Los lugares, las horas, los productos y los establecimientos de consumo. Se emplean sistemas de información muy sofisticados que nos controlan y nos vigilan. Mientras escribimos estas líneas se publicó, la semana del 16 al 22 de abril de 2001 en el New York Times, un anuncio original que mostraba la fotografía de un teléfono móvil y un eslogan que podríamos traducir como: "Ahora equipado con llamada a tres. Tú, la persona con quien hablas y el gobierno". Resulta ser un anuncio de una campaña publicitaria auspiciada por la Unión Americana para las Libertades Civiles. Cada mensaje que enviamos por correo electrónico, cada palabra que escribimos en un chat o que decimos en un móvil, cada operación o transacción que realizamos con la tarjeta están almacenados en el ordenador de una empresa.

El exceso de información se debe en gran medida a que la tecnología permite localizarse y distribuir desde cualquier parte; lo esencial para producir contenido en Internet es tener información y conocimiento, lo que se traduce –como explica detalladamente M. Castells– en personas con esa información y ese conocimiento, que están sobre todo concentradas en los grandes centros culturales y las grandes áreas metropolitanas del mundo. Con toda la información en la Red, pero no con el conocimiento que se necesita para lo que se quiere hacer. Se trata de saber dónde está la información, cómo buscarla, cómo procesarla, cómo transformarla en conocimiento específico y útil. Se trata de la capacidad de aprender a aprender que tanto se pregona desde los púlpitos ministeriales, aunque la diaria realidad manifiesta lo contrario. Sin accesos, sin infraestructura, sin mentalización, sin preparación es imposible.